El dueño Félix, su hijo Alvaro y quien escribe embarcamos cerca del mediodía y empezamos a buscar velocidad primero, y luego nos pusimos a ceñir, estudiando la performance en cada racha. Sin dudas que las sensaciones cambian respecto a un monocasco, y lo primero sin dudas es la sensación de navegar a 5, 6 o 7 nudos de ceñida, pero con escora mínima, sin colgarse y apenas salpicado por alguna ola furtiva, y con un timón balanceado que no precisa demasiado esfuerzo para llevarlo a buena velocidad.
Luego de una media hora de ceñida, empezamos a bajar y allí fue donde alcanzamos el pico del día con casi 10 nudos de velocidad real (por GPS), con un viento aparente de aproximadamente 12 a 14 nudos. Igualmente para la próxima salida, habrá que llevar un anemómetro para tener mejores mediciones, con el fin de poder trazar curvas polares.
Después de un largo reach hasta el Puerto del Buceo, volvimos de ceñida al Nautilus de donde habíamos zarpado. Esta vez el viento había levantado algún nudo y la ola era más importante, pero eso no impedía los buenos 7 nudos y algo más, mientras los cascos cortaban literalmente la ola, y el trimarán perfectamente apoyado en el casco de sotavento, hacía volar el casco de barlovento unos 30 o más centímetros sobre la ola.
Por supuesto que hay que seguir navegando bastante para afinar la puesta a punto tanto del mástil como de las velas y el trimado, pero sin dudas que serán tiempos muy disfrutables.
Hasta la próxima entrega.
Casco principal
Félix y Alvaro en la primer ceñida
En el reach 1
En el reach 2
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